Podemos fue cómplice del 11-M (o casi)

Por Aníbal Malvar.

A. Malvar

Las noticias ya no son lo que eran. Ayer jueves fue noticia un SMS que no decía “tranquilidad, es lo único que no se puede perder. Un abrazo. Luis, nada es fácil, pero hacemos lo que podemos”. La gran noticia, el gran wikichismorreo de la semana, fue hermosamente resumido por El Mundo en su portada como gran acontecimiento histórico (que es lo que intentan reflejar las portadas): “Podemos irrita al PSOE por atribuirse el ‘Pásalo’ en los SMS del 11-M”.

Estamos en campaña. A mí me parece bien que investiguemos los sueldos de Íñigo Errejón, a los hermanos de Tania Sánchez o si Hugo Chávez, desde el paraíso fiscal de Allá Arriba, está robándole las plumas de las alas a los ángeles para confeccionar las camisas blancas que Pablo Iglesias viste en la televisión. Todo eso me parece relativamente bien. Pero que mi amado ex periódico intente convencernos de que sea noticiable y portada el hecho de que Podemos irrite al PSOE por un SMS, es un poco de primero de la ESO.

Portad de ‘El Mundo’, este jueves.

El miedo te hace ridículo. Gritas, lloras, te agazapas, cierras los ojos como si así no te pudieran ver y, como dice el dicho guarro, te cagas. La campaña que van montando los dos grandes periódicos de papel contra este partido o cosa neófito y dicharachero destila mucho miedo. En ningún momento dijo Pablo Iglesias que Podemos fuera el germen de aquella movilización ciudadana tras los atentados de Atocha. Sí dijo que el llamamiento a la revuelta pacífica se gestó en la Facultad de Políticas de la Complutense [vídeo, abajo], que yo creo que es el tiesto ideal para que germine cualquier cosa. Decía McLuhan que el medio es el mensaje. Hoy pasa en algunos periódicos que el medio ya es solamente el miedo. E insisto: ¿miedo a qué?
En su columna del mismo día en el mismo periódico, Arcadi Espada cimenta la nueva conjura del 11-M: ya no fue Rubalcaba. Fue Podemos quien derribó la mayoría absoluta de Rajoy hace diez años. Aunque todavía no se llamara Podemos ni existiera: “La noche de los mensajes cortos (11-M) inaugura la era de la patota, ese golpismo del pueblo, del que el 15-M, los escraches y la telepolítica basura serán otros ejemplos exitosos”.

No sé yo si la expresión “golpismo del pueblo” es del todo acertada. El único golpismo legítimo es el del pueblo, y el del pueblo no es golpismo. Es soberanía. El golpismo militar es muy entrañable, Arcadi. Y el golpismo financiero de la Troika es ciertamente elegante. A los hombres y mujeres de Podemos, supongo, les habrá sentado bastante bien que los califiquen como impulsores del “golpismo del pueblo”.

Ítem más: “Yo comprendo que Podéis y sus responsables pretendan convencer a los ciudadanos de que unos miles de mensajes cortos bastaron para hacer caer un Gobierno [el Gobierno no cayó: los ciudadanos eligieron otro]. Reivindicar la potencia subversiva del SMS se adecua perfectamente a su visión del mundo y de la patota y sobre todo los hace mucho más cool“.

La gran estrategia de Podemos consiste en que la comunicación se la elaboren los contrarios. Primero las cadenas de la ultraderecha que les dieron voz y cara intentando ridiculizarlos por las coletas. Ahora pensadores de periódicos serios se atreven a resumir a la fuerza política con mayor intención de voto con sajoneos como cool, o con venezolanismos como patota [pandilla].

España es el país democrático con el mejor partido de la oposición del planeta Tierra: ni siquiera tiene representación parlamentaria, lo que dice mucho a su favor. Y sin embargo copa las portadas de los periódicos del régimen con enorme y barata publicidad. “Podemos irrita al PSOE por atribuirse el Pásalo en los SMS del 11-M”. Que un partido irrite a otro suele ser normal. Pero solo los adolescentes se irritan por un SMS. Y yo había escuchado en los bares que nuestra democracia es bastante madura.

El País y la socialdemocracia

Madruga hoy El País con la misma cara que ayer, pero no con la tan añorada de aquel lejano anteayer. Como no se atreve a proponer en España un gran gobierno de coalición entre los dos partidos de nuestra tan equívoca derecha –PP y PSOE– le echa la culpa a los franceses del desmadre europeo. Ya no hay izquierdas o derechas, nos dice: solo liberalismo socialdemócrata a ratos o liberalismo ultraliberal. Y, en caso de que no aceptemos tal receta, viene Le Pen (o Podemos): “Frente a la dinámica tradicional que enfrentaba a izquierdas y a derechas, la verdadera brecha actual en la política francesa es la que separa a soberanistas –de derechas y de izquierdas– de los pragmáticos que quieren poner en marcha reformas y ajustarse mejor a las exigencias presupuestarias de la Comisión Europea [léase como pragmatismo recortar salarios, derechos, sanidad, belleza,educación…]. La crisis de lo que han sido las corrientes centrales de la democracia francesa deja cada vez más espacio para que el Frente Nacional, encabezado por Marie Le Pen, termine alzándose con el santo y la limosna”. El editorial se titula Socialistas en su laberinto. Que sería un buen epitafio para los pocos y buenísimos periodistas socialistas (de los de verdad, no del partido) que aun boquean en El País.

¡Ha llegado la transparencia!

El Gobierno del PP, ese de la caja B y de las obras de Génova pagadas en negro, ha inaugurado el Portal de la Transparencia para alivio de los españoles. Aunque ningún medio lo ha dicho explícitamente, suena que también sería necesario inaugurar el Portal de la Opacidad. Nos enteraríamos de más cosas.


Publicado o 12/12/2014 en www.cuartopoder.es

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