Cuando Pablo entraba en clase, los alumnos gritaban Leeenin, Leeenin

18/2/15


Por Gerardo Tecé.


María de las Mercedes fue alumna de Pablo Iglesias en la Universidad Complutense de Madrid. Tras dar un paso al frente y hablar públicamente para ABC de su pesadilla como alumna del hoy día líder de Podemos, se sincera para NOmasIVA.com y detalla en profundidad algunos asuntos turbios que quedaron en el tintero en su anterior entrevista. “Lo hago porque están en juego muchas cosas: la dignidad de España, la libertad en Europa y el buen gusto vistiendo”. María de las Mercedes tiene miedo. Nos pide que distorsionemos su voz, pero le explicamos que va a ir escrito, y que la Times New Roman o la Arial en principio tienen el sonido que le dé cada uno en su cabeza cuando lee, así que no hace falta. Quedamos con ella en una ubicación secreta. En su casa, vamos. Nos recibe con una gorra y unas gafas de sol.


Buenas tardes, María de las Mercedes.

Pasad. ¿Os han seguido?

¿Quién?

La gente de Podemos.


En un semáforo había un coche con una señora que tenía pinta de estar cabreada, pero no te sabría decir si era por el atasco o por el gobierno.

María de las Mercedes observa durante unos segundos por la mirilla de la puerta y parece tranquilizarse al no ver a nadie.


Bueno. ¿Empezamos?

Sí, por supuesto. Ante todo muchas gracias por concederle esta entrevista a NOmasIVA. Queríamos preguntarle por esas clases de Pablo Iglesias en la facultad.

Fue horrible.

Explíquenos.

Todo empezó desde el principio.

Suele pasar así.

Quiero decir desde el primer día de clase. Entró al aula un pordiosero con greñas y pensé: será alumno, es lo que tiene estudiar en la pública, toca joderse. Pero cuando lo vi sentarse en la mesa del profesor y ante la inmovilidad del resto de compañeros pensé: esto ya es demasiado, voy a acercarme a la casetilla de los de seguridad para que se pasen por aquí. Cuando me estaba levantando, de repente, imagina cómo se me queda el bodi, cuando el tipo empieza a hablar. “Hola, soy Pablo Iglesias, vuestro profesor de Geografía Política”. Cágate, lorito. Pero si parece que se ha vestido con lo que tiran los del Alcampo a los contenedores, pensé. Luego entendí que no iba desencaminada.

No parece un factor relevante la vestimenta cuando hablamos del mundo universitario…

Pues te equivocas de arriba abajo, cariño. A mí me suspendió por ir monísima. Y eso que yo normalmente me vestía en Zara, como la gente normal, porque yo soy una chica normal, una alcaldesa del PP normal y corriente, con mis perlitas y mis cositas, pero normal…

¿En qué se basa para argumentar que su forma de vestir provocó que Pablo Iglesias la suspendiera?

¿En qué me voy a basar, lerdo? En las notas. Eran notas de suspenso. De cinco para abajo. No fallaba.

Lo de lerdo creo que sobra.

Yo también creo que sobra el mal gusto vistiendo y no me quejo.

Continúe, por favor.

Claro, cariño. El curso empezó normal. Estaba acabando la temporada primavera-verano y tocaba renovar armario…

Disculpe, María de las Mercedes. Nos gustaría centrarnos en el asunto de las clases que impartía Pablo Iglesias más que en temas relacionados con la moda.

Me parece normal lo que me dices viendo como vistes. A ver. Las clases eran una pesadilla. Era como estar en un campo de trabajo de la URSS. Pablo Iglesias llegaba a clase y a su entrada por la puerta los alumnos de su cuerda, los que aprobaban, gritaban “Leeenin, Leeenin, Leeenin”. Cuando soltaba sobre la mesa la mochila, en la que vete tú a saber qué llevaba, todos en pie cantaban la Internacional, luego unos goras a ETA y ya empezaba la clase. A los que no participábamos del ritual se nos señalaba.

Es muy duro esto que está usted contando.

Qué me vas a contar a mí, cariño…

Siga, por favor.

Cuando la clase empezaba era todavía peor. Recuerdo una vez que estaba Pablo alabando la matanza de Paracuellos, cuando me entraron ganas de hacer pis. Total, que me levanto y me dice: ¿señorita, dónde va usted sin pedirle permiso a Pablo? Él era muy de hablar en tercera persona de sí mismo, como ocurre con este tipo de personajes populistas. Le digo: al baño. Y me dice: se empieza por salir de clase con libertad y se acaba defendiendo el libre mercado. Tal cual. Ahí supe que ya estaba suspendida.

Sinceramente, María de las Mercedes, cuesta creer todo lo que cuenta.

Ya te digo, cariño. A mis padres les pasaba lo mismo cuando iba con las notas.

¿Hay más alumnos que puedan confirmar lo que usted cuenta?

Los demás alumnos le apoyaban. Les tenía comido el cerebro, como pasa en dictaduras como Corea del Norte o Grecia. Y él esto lo premiaba. Por ejemplo, como la asignatura era Geografía Política, preguntaba: a ver, tú, el de las rastas y el tatuaje de Hugo Chávez, ¿con qué país tiene frontera Portugal? Y dice el chaval: con España. Y decía Pablo, excelente respuesta, con España, ese país al que algún día haré cuna europea del totalitarismo comunista. Y luego me miraba a mí y me preguntaba: a ver, la fascista de las perlitas, cuál es la capital de… yo qué sé, no me acuerdo qué país era, pero era uno de estos llenos de negros que no conoce nadie, en plan Burundi. Y yo le decía: no lo sé. Y él: mal vamos, María de las Mercedes, mal vamos. Y apuntaba algo en un papel, que era una lista de represaliados.

Imagino que viviendo este tipo de situaciones, sus expectativas para aprobar cuando llegaba el examen eran bajas.

Claro, yo para el examen ni estudiaba, porque para qué…

¿Perdone? ¿No estudiaba usted para los exámenes?

Para qué, cariño, si ya estaba en la lista de represaliados…

Entiendo. Pues creo que esto es todo, María de las Mercedes. Muchas gracias por su tiempo y suerte con lo que sea que haga usted ahora.

Conducir a España hacia la buena dirección desde mi ayuntamiento.

Gracias.

Cuando montéis esto recordad distorsionarme la voz y…

Va en papel la entrevista.

Nunca se sabe. Vosotros distorsionarla.

Lo haremos.


Publicado o 18/02/2015 en http://www.nomasiva.com

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