Lo inevitable

11/7/15


Por Maruja Torres.


Ni harta de vino habría querido perderme, ni como periodista ni como persona, ni como observadora ni como vividora, ni como mujer ni como hija de mi madre, ni como ciudadana ni como apátrida…

Acortando: no habría querido perderme la durísima pero importante época que viene. Porque ya es inevitable admitir que el cambio es inevitable. Y mucho más inevitable resulta pensar que la verdadera naturaleza del cambio se organizará inevitablemente conforme la sociedad vaya permeando su tejido a las novedades que van viniendo. Como el agua, los cambios empaparán el fondo, colándose por cualquier grieta, por mínima que sea.

He tardado en leer al joven y emblemático periodista de izquierdas británico Owen Jones, y al principio de su segundo libro, El Establishment, la casta al desnudo, cuenta por qué se produjo el éxito del thatcherismo, de qué modo trabajaron las fuerzas conservadoras para recuperar un poder que creían haber perdido a partir de una posguerra en la que se abrió mano a los derechos de las clases consideradas como inferiores. La idea de que la revolución conservadora era inevitable, y de que también lo era poner en su sitio a sindicatos y trabajadores para asegurar el bienestar del país, fue penetrando la malla social gracias al trabajo de numerosos think tank de derechas y a un montón de dinero que fue invertido en colocar en puestos clave de los organismos de manipulación de masas a jóvenes despiadados y ambiciosos. Fue una operación lenta pero brutalmente eficaz que condujo a la desregulación de los mercados y la corrupción que finalmente ha sido descubierta en todos los países que se entregaron al neoliberalismo inaugurado oficialmente por Thatcher y su compinche Reagan: incluido el nuestro. Leed el libro, si no lo habéis hecho ya, vale la pena.


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