Negociar con la enfermedad

16/12/16


Por Marciano Sánchez Bayle.


Marciano Sánchez Bayle
El último escándalo sobre una colecta supuestamente para tratar a una niña gravemente enferma da pie para hacer algunas reflexiones sobre el tema.

En primer lugar, señalar que no se va a hablar de los verdaderos negociantes con la enfermedad (empresas farmacéuticas y tecnológicas, aseguradoras, empresas de provisión de servicios sanitarios, etc.), sino solo a una parte, la menos importante de los que se plantean negocios con la enfermedad, que lo hacen en base a cuestaciones públicas para atender tales o cuales problemas de salud que, en teoría, carecen de respuesta en nuestro sistema sanitario.

Obviamente este tipo de actuaciones se basan en tres tipos de ideas equivocadas, la primera que todo tiene cura y que la vida puede alargarse casi indefinidamente, creencia bastante innata en los humanos que se niegan a afrontar la muerte como el final necesario e inevitable de todas las personas. La segunda es la que se basa en la supuesta capacidad infinita de la ciencia para superar todos los retos biológicos, la que por cierto está fomentada por las noticias que aparecen en los medios magnificando los avances científicos que supuestamente resuelven todos los problemas de salud (repasen las noticias sobre prometedores avances médicos de hace 30 años y podrán comprobar como la inmensa mayoría se han quedado en nada). Y por último es aquella que piensa que el dinero todo lo puede, y que lo que es gratis en el momento del uso (nuestro sistema sanitario) tiene que ser mucho peor que aquello que se paga, más aún si es carísimo, volvamos a la prensa, no estaría de más recordar el caso de la famosa folclórica desahuciada en España que viajó a USA para recibir “los últimos y mas eficaces tratamientos” y acabó volviendo a nuestro país para fallecer, eso sí con una cuenta corriente muy aligerada, y después de someterse al correspondiente encarnizamiento terapéutico, asimismo todos los días podemos comprobar cómo los multimillonarios se siguen muriendo. Tres ideas que no por erróneas están menos extendidas.


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